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jueves, 19 de febrero de 2015

El diablo en el espejo.

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Estábamos todos tomando unas cervezas en un bar de mi ciudad,

estábamos entre risas y tomando lo normal, cuando apareció un flaco

moreno, con vestimenta gótica, de unos 21 años, como nosotros.

Pablo, uno de mis amigos que allí se encontraban, lo saludó, puesto

que eran amigos. Se sentó con nosotros y hablamos durante unas horas.

Al cabo de unas, más o menos, 3 horas, el tema de conversación

pasó a ser historias de miedo, como que ya había anochecido y nos

encontrábamos ahora en un descampado. Nos contábamos historias

terroríficas y acabamos realmente asustados. Entonces Gerónimo, el

pibe gótico, dijo que conocía una forma de ver al Diablo. Lo

escuchamos, la verdad, con la misma atención de cuando te cuentan un

chiste. El procedimiento que hay que seguir es el siguiente:

(Textualmente)"En Nochebuena, justamente a las 12 de la noche, el

Diablo hace la inspección en la Tierra, la única en el año, así

que si queremos verlo tiene que ser ese mismo día a esa misma hora.

Vete al baño, puesto que es el lugar más propicio para realizar el

evento, y cerra la puerta. Encendé 12 velas, al poder ser negras, y

cuando quede poco para que sean las 12, cerras los ojos y te paras

frente al espejo. Manténlos cerrados hasta que quede solo una

campanada de las doce que debe sonar. En ese segundo verás al Diablo

en el espejo" Todos nos lo tomamos en joda, pero David, otro amigo,

dijo que lo haría sin problema, estábamos a 20 de Diciembre, así

que en cuatro días lo haría, solo pedía que hubiese un testigo, y

que sería en su casa. Ese testigo fui yo. 24 de Diciembre, las

23:55. Todo estaba preparado y nadie nos molestaría. Entró David

solo, yo tengo mucho miedo a esas cosas. Se cerró la puerta y esperé

sentado afuera. Las campanadas sonaron, y yo estaba al acecho de que

alguien estuviese espiando para darme un susto, pero no pasó nada.

Suspiré, aliviado, llamé a David. No contestó. Atemorizado, abrí

la puerta de un golpe, y lo encontré en el suelo, agarrándose el

corazón. Y en el aire se olía el inconfundible rastro del azufre.

Llamé a la ambulancia y se lo llevaron al hospital. Le

diagnosticaron un infarto al corazón a causa de un sobresalto, una

crisis nerviosa. Yo no pude dormir durante meses, hasta que fui

tratado por un psicólogo. Cuando por fin David se recuperó, me dijo

a mí sus primeras palabras: "Lo vi... Tengo mucho miedo" Ahora

ya conseguí dormir, pero David no es ya el mismo. Recuperó algo de

su vitalidad, pero aún se le nota muy apagado, triste. Dicen que es

porque el infarto lo deja a uno mal. No fue eso: fue lo que vio en el

espejo. Y estará así hasta que se muera.

Fin...

¿Ustedes lo harían?

tonayaneros

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